Gilbert Keith Chesterton (ese hombre del que Borges decía que era innecesario hablar de su magia y su brillo) publicó en 1910 un libro titulado Lo que está mal en el mundo.
En las primeras páginas del libro, Chesterton menciona que “la gran dificultad de nuestros problemas públicos es que algunos hombres pretenden imponer remedios que otros hombres contemplarían como la peor de las enfermedades”; en otras palabras, con su genial estilo desenfado, menciona que algunas personas no están dispuestas a abandonar la idea de la propiedad, por ejemplo, como no están dispuestas a abandonar sus muelas, mientras otras personas consideran que la propiedad justo es un dolor de muelas.
El remedio no llegará rápido, no será una solución para todos y para algunos, resultará peor. Los remedios a los asuntos públicos no son cosa sencilla, ni rápida, si se hacen bien. Una persona o un grupo ávido de ver las cosas cambiar, deseoso de aplicar su remedio lo más pronto posible puede experimentar cierta angustia, tristeza y/ o indignación al ver que las cosas no avanzan tan rápido como quisiera. Todos tenemos el legítimo deseo de acabar con lo que está mal en el mundo, pero basta reflexionar un momento para saber que el proceso no será sencillo, ni rápido, ni unívoco, ni compartido por todos, ni con resultados ciertos.
¿Qué hacer ante la angustia, la tristeza o la indignación que nos provocan las prisas por alcanzar un mundo mejor? No lo sé. No les propongo que se olviden de luchar por acabar con lo que está mal en el mundo, sólo les advierto que hacerlo trae costos psíquicos y sociales con los que hay que aprender a lidiar y les propongo una forma de hacerlo mediante la catarsis, una buena catarsis proveniente de un lugar inesperado: los videojuegos.
El arte puede rescatarnos de la angustia, la tristeza o la indignación mediante la catarsis. Aristóteles en su Poética decía que en las tragedias el espectador podía liberar sus más bajas pasiones a través de la experiencia estética de la representación teatral y de esa forma purificarse emocionalmente. Ejemplo: Si me siento muy triste veo una excelente película dramática, lloró como Magdalena y al finalizar la cinta me siento mejor, la tristeza se ha ido o se mantiene en niveles psíquicamente inocuos. Ha habido catarsis.
Pues bien, presento a continuación la pieza de arte que a mí me ha servido para lograr la catarsis de la angustia, la tristeza y la indignación que me provoca lo mucho que tarda que lo que está mal en el mundo se acabe.
Doom Eternal es un videojuego de disparos en primera persona (first person shooter) desarrollado por el legendario estudio Id Software, publicado por Bethesda Softworks, dirigido por Hugo Martin y Marty Stratton con música de Mick Gordon. Se estrenó el 20 de marzo de 2020, es el quinto título principal de la serie Doom (cuyo primer y legendario juego fue lanzado en PC en 1993) y la secuela directa del juego publicado en 2016 llamado simplemente Doom.
Su velocidad, gráficos y sonido representan el más alto estándar de calidad en el género, pero lo que lo hace realmente innovador y brillante es su diseño de niveles y sus frenéticas mecánicas de juego. Su historia es justo lo que necesitamos para la catarsis: tomas el papel del Doom Slayer (un avatar totalmente hueco y súper poderoso hecho justo para que te sientas súper poderoso) y destruye a los demonios que invaden la tierra (mejor símbolo de lo que está mal en el mundo imposible). Importante: en Doom Eternal debes destruir a los demonios a una gran velocidad, sin contemplaciones y con extrema violencia, ¿puedes imaginar una forma más perfecta de acabar con el mal?
Doom Eternal tiene una estructura sencilla: explora, pelea, explora, pelea. En la exploración se trata de encontrar coleccionables entrañables (juguetes de los enemigos, acetatos de juegos clásicos de Id Software) o mejoras para el Doom Slayer.
En el combate se trata de enfrentar directa y agresivamente a los enemigos mientras éstos te atacan frenéticamente sin darte un respiro (a veces así sentimos el ataque de los males del mundo ¿no?) Debes estar atento a obtener de ellos al eliminarlos munición, salud o escudos dependiendo de lo que necesites. Todo ello mientras subes, bajas, corres, vuelas y esquivas obstáculos en niveles especialmente bien diseñados para que siempre te estés moviendo, cambiando de arma (hay 16) y destruyendo demonios. Si quieres sobrevivir, moverte es indispensable, pelear frenéticamente y destrozar demonios es una experiencia tan intensa como divertida.
Clave de la diversión en Doom Eternal es su velocidad y frenetismo, lo que se asegura con sus 60 cuadros por segundo estables en PS4 y con su muy atinada música de heavy metal, cuya intensidad es directamente proporcional a la intensidad del combate. Después de un intenso y verdaderamente catártico combate descansa un poco explorando y preparándote para el siguiente enfrentamiento.
Termino, apreciable lector, recomendando el método:
Cuando escuche, lea o se entere de algún mal en el mundo que lo tiene especialmente triste, angustiado o indignado, haga algo si puede, pero si no puede, o los resultados de lo que ha intentado no son satisfactorios, o tardan, o encuentran rechazo; prenda su consola o computadora, juegue Doom Eternal y dedíquese a despedazar, destrozar, romper, destruir, descuartizar, desgarrar y aplastar los demonios en pantalla (símbolo de su combate contra todo lo que está mal en el mundo) a una velocidad vertiginosa, en niveles deliciosamente diseñados al ritmo de un potente y frenético heavy metal. Catarsis.
Terminar victorioso un combate difícil o uno que hemos fallado mil veces en Doom Eternal no acaba con lo que está mal en el mundo, pero debe sentirse igual.
Doom Eternal está disponible para PS4, Xbox One y PC y en un futuro se promete una versión para Nintendo Switch. También cuenta con un multijugador asimétrico en el que algunos jugadores toman el papel de demonios contra un jugador humano.
Victor A. Martínez
@torvick55